Recalculando la estrategia, ¿realmente vamos por buen camino?
A tan sólo un par de meses de acabar el año, múltiples empresas ya se han embarcado en sus procesos de reflexión estratégica y planificación presupuestaria para el 2024. No obstante, atrapadas por la vorágine del día a día, estos procesos no siempre son llevados a cabo con la perspectiva y profundidad adecuadas.
Es así que en nuestro acompañamiento a ejecutivos y directorios, los animamos a aprovechar bien este momento para “subirse al balcón”, tomar consciencia del entorno y evaluar si realmente están avanzando por el camino correcto, analizando si hay desviaciones que rectificar o si existe una mejor ruta para cumplir con la ambición y el propósito que se han planteado como compañía. Es lo que denominamos “recalculando” pues, tal como lo hace Waze ante cambios relevantes de escenario, esta metodología permite evaluar múltiples factores para volver a calcular cuál es la mejor ruta para llegar a nuestro destino, aunque esta difiera de la señalada inicialmente.
Esta metodología, potente pero también desafiante, implica analizar tanto el corto como el largo plazo. Para ello, lejos de ser una reunión a puertas cerradas, junto con la alta dirección y el equipo ejecutivo, el “recalculando” involucra a las distintas áreas de la organización y, en algunos casos, incluso a todas sus capas organizativas. De hecho, muchas compañías hacen esfuerzos increíbles y crean espacios para que sus colaboradores puedan levantar de manera exhaustiva todos los temas relevantes a abordar y posibles planes para hacerlo, priorizando luego los más relevantes según su factibilidad y potencial impacto. Un esfuerzo que permite a las empresas tener una mirada más amplia de sus desafíos y posibles soluciones, y a la vez, un ejercicio que fortalece la colaboración entre equipos y la confianza en múltiples niveles.
A medida que este ejercicio se instala como una práctica sistemática ya no requiere de grandes esfuerzos, pues el “recalculando” no sólo debería realizarse al cierre de cada año, sino también cada vez que ocurran cambios significativos en el entorno interno y externo que puedan afectar crucialmente al negocio y la sostenibilidad de la compañía. Dependerá de las particularidades de cada caso entonces, cuál será la fórmula a seguir y los actores relevantes a involucrar.
Adaptarse con agilidad y ser resilientes ante los cambios requiere que las compañías aprendan a recalcular, pero también que desarrollen la intuición y visión de cuándo y cómo es necesario hacerlo. Esta capacidad debe ser parte de la cultura organizacional. Sólo así las empresas serán capaces de evolucionar en sintonía con su entorno, siguiendo la ruta óptima en cada momento y sin perder el camino.
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