
Liderando las pérdidas

¿Las personas nos resistimos al cambio? Es una pregunta que me gusta hacer cuando acompaño a líderes y organizaciones en sus procesos de transformación. Generalmente, la respuesta es un sí obvio, aunque en realidad esta aversión no es al cambio propiamente tal, sino ante el dolor que generan las pérdidas del proceso.
Al estar nuestro cerebro cableado con un sesgo negativo, ante cada situación de cambio parece inevitable analizar todo lo malo que podría llegar a ocurrir. Pérdidas económicas por apuestas incorrectas, de control al delegar o al dejar emerger nuevos liderazgos, de la reputación al tomar medidas poco populares o del rol en nuevas estructuras organizacionales, son solo algunos de los tantos temores que pueden emerger al emprender cambios en el entorno laboral. A nivel personal, también hay pérdidas muy fuertes como la de un ser querido, perder nuestro entorno y red de apoyo cuando nos mudamos, de identidad en momentos de la vida como cuando nos casamos o somos padres y hasta de libertad, como nos pasó con la pandemia.
Este es el gran desafío que enfrentan los líderes hoy, ya que tienen que proponer y navegar cambios todo el tiempo. En este camino hacia el nuevo horizonte, es clave entender y aceptar que no solo será importante motivar y hacer explícitos los beneficios del aprendizaje y la evolución, sino también aceptar y reconocer los episodios de pérdidas y dolor que necesitan su espacio y deben ser gestionados. Sintiéndose incómodos, muchas veces tratamos de evitarlos o evadirlos, pero esto puede terminar paralizando el proceso completo, algo muy nocivo para la organización en un entorno tan dinámico como el actual. Por el contrario, la única salida está en aprender a vivir el duelo, un proceso natural y necesario para los seres humanos que nos permite atravesar distintas emociones para dejar atrás lo que se debe cambiar y abrazar lo nuevo a desarrollar.
Un tema pendiente porque, normalmente, no gestionamos o trabajamos nuestras pérdidas y temores. Más bien, nos damos cuenta y lamentamos cuando ya es demasiado tarde.
Tanto es así que la unidad de medicina de la Universidad de Stanford ha desarrollado el Programa Stanford Letter, tras notar que muchos pacientes morían con cargas pesadas y temas sin resolver, ya que casi nunca las personas se dan el espacio para expresar el profundo amor, gratitud y compromiso que sienten hacia sus amigos y familiares. A través de cartas, este genera la oportunidad de decirles gracias, expresarles amor, perdonar o pedir perdón, además de recordar juntos momentos felices.
Para liderar los cambios primero debemos aprender a liderarnos a nosotros mismos. “Alivianar la mochila”, aceptar nuestras propias pérdidas, vivir los duelos en lo personal y profesional abre el espacio a la gratitud y la alegría de la vida. Quizás puedas comenzar escribiendo tu propia carta. Aprovecha que aún estás a tiempo.

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