El gran coraje del liderazgo femenino
Desde hace ya varios años vengo trabajando junto a diversas ejecutivas y organizaciones de mujeres en el desarrollo de liderazgos femeninos, pues creo firmemente que para que el mundo sea mejor, más equitativo, justo, fraterno y responsable, necesitamos más mujeres tomando decisiones importantes y haciendo que los cambios que queremos como sociedad realmente sucedan.
Hace algunos días, conversando con un grupo de empresarias analizamos el caso de Greta Thunberg. Con tan solo 15 años y preocupada por el calentamiento global, un día esta joven activista decidió que era momento de cambiar el mundo y que ella podía contribuir a lograrlo pese a su corta edad. Fue así que durante largas jornadas se sentó frente al Parlamento Sueco con un cartel que decía “Huelga escolar por el clima”, y ya todos sabemos cómo sigue la historia. Hoy, esta adolescente es capaz de cuestionar a políticos, empresarios y a cada uno de nosotros, movilizándonos frente a esta crisis. ¿Será su inocencia de niña la que hizo que creyera que cambiar el mundo es posible?
Otro caso, es el de Stephanie Shirley, quien aburrida de la constante discriminación laboral que sufrían las mujeres en los 60’ decidió crear su propia compañía, cuyo principal indicador de éxito era cuántas mujeres contrataba y el impacto que esta contratación generaba en sus ecosistemas. Para esto fue clave implementar algunas formas de trabajo que incluso hoy llamamos innovadoras, tales como la flexibilidad horaria o la modalidad remota, permitiendo a las mujeres hacer del trabajo algo compatible con sus otras actividades.
Como ella misma narra en su charla TED (si no la ha visto, por favor hágalo), muchas veces recibió palabras de desaliento e incluso tuvo que comenzar a firmar sus mensajes bajo el nombre de “Steve”, pues al firmar como Stephanie ni siquiera se molestaban en responderle. Sin embargo, esta mujer valiente nunca se rindió y creó un verdadero imperio tecnológico que la convirtió en una de las mayores millonarias de Inglaterra, enriqueciendo también a varios de sus colaboradores, que luego incluso pasaron a ser socios de su empresa.
Son tantas mujeres como Stephanie y Greta las que se han atrevido a generar cambios profundos, que hoy en muchos lugares del mundo ya no es necesario seguir firmando como “Steve” para ser consideradas. Y no me refiero sólo a casos emblemáticos, sino a mujeres valientes que son líderes en el día a día, mujeres ejecutivas, directoras, emprendedoras que buscan hacer realidad sus sueños. Mujeres como las de Afganistán, que a pesar del temor y el horror que están viviendo son capaces de sacar su voz y manifestarse para defender a los millones de mujeres y niñas que de un día para otro comenzaron a perder incluso sus derechos más básicos. Sin lugar a duda, un acto de gran amor y valentía, que al igual que los casos anteriores, tiene como factor común el coraje, el creer en las propias capacidades y atreverse a jugársela por aquella contribución que cada una puede hacer por el mundo.
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