Chile necesita organizaciones más humanas

Este fin de semana vivimos un momento histórico en nuestro país, donde además de votar por alcaldes y concejales, por primera vez los ciudadanos pudimos escoger directamente a nuestros gobernadores, las máximas autoridades regionales, así como también a los responsables de redactar una nueva Carta Magna que, de aprobarse, podría cambiar la reglas del juego en múltiples aspectos. 

Las reacciones al respecto han sido misceláneas, tal cual los resultados, con expresiones de éxito, derrota, certeza, incerteza, oportunidad, amenaza, angustia y esperanza. Sin embargo, en términos generales todos coincidimos en que este proceso tan relevante y de grandes cambios ha seguido un camino democrático que esperamos se mantenga a lo largo de todo el trayecto, mientras que al mismo tiempo y con más fuerza que nunca ha puesto sobre la mesa múltiples asuntos relevantes de los que no hemos logrado hacernos cargo como sociedad. 

Las empresas no pueden quedarse ajenas del proceso de transformación que vive el país, y más allá de contribuir con ideas y puntos de vista sobre el proceso constitucional, también deben ser capaces de mirar hacia adentro y emprender los cambios que requieren. Sin embargo, para que esto realmente sea posible es clave que los líderes sean capaces de hacerse preguntas difíciles y desarrollen una mirada integral que les permita ver el negocio desde múltiples perspectivas, entendiendo y haciéndose cargo de cómo este incide en sus distintos stakeholders, considerando tanto a accionistas como clientes, colaboradores, proveedores y la comunidad.

Hoy más que nunca necesitamos verdaderos ChangeMakers: líderes de acción capaces de crear nuevas realidades catalizando procesos de transformación y evolucionando el mindset personal y organizacional a partir de un propósito superior. Líderes que puedan dar dirección y estimular el desarrollo de organizaciones más adaptativas, que sepan identificar los cambios y fluir con ellos.Lograr objetivos superiores y resultados extraordinarios es posible haciendo de las organizaciones espacios de interacción donde nos reconozcamos como seres humanos, donde el propósito sea lo que dé sentido a nuestro quehacer y donde los contextos emocionales positivos saquen lo mejor de cada uno. Es cosa de hacer una búsqueda simple para encontrar vasta evidencia al respecto. Por eso, el llamado es a aprovechar este importante momento para reflexionar en torno a cómo queremos contribuir en este proceso de cambio desde nuestras propias organizaciones y qué debemos hacer para volverlas más humanas. El llamado es más que claro: Chile lo necesita.

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