
Liderazgo, un tema de principios y valores

Los líderes desempeñan un rol crucial en la cultura de sus empresas, instituciones y ecosistema. Incluso, cuando son reconocidos o poderosos, su impacto e influencia puede trascender sociedades y geografías. La gente los observa y los sigue, por lo que su posición conlleva una gran responsabilidad: ser ejemplos positivos de principios y valores.
Cuando los líderes no actúan “a la altura”, la confianza, la ética y la moral se ven fuertemente amenazadas. Situación que conocemos muy bien en Chile por las múltiples colusiones y eventos emblemáticos que hemos tenido que enfrentar en los últimos años, tales como el caso La Polar o, más recientemente, el de Democracia Viva. Estos, entre tantos otros, no sólo duelen por los perjuicios económicos que han generado, sino también porque detrás de ellos hubo personas en posiciones de liderazgo que no actuaron según los principios y valores que se esperaban de ellas, socavando la sociedad más ética y equitativa que queremos construir.
Sin lugar a dudas, todo esto contribuye al clima de desilusión, molestia y desconfianza que ya está bastante arraigado en nuestra sociedad. Incluso genera un manto negativo que puede expandirse sobre otros actores que actúan de buena fe y fieles a los principios, buscando contribuir a un mejor país. Malas prácticas que no sólo han provenido de algunos empresarios, sino también de personas de otros ámbitos, como el mundo político y la sociedad civil. Si queremos erradicarlas, ¿cuál es el camino correcto?
Tal vez, desde allí debemos mirar la nueva Ley de Delitos Económicos, la cual presenta oportunidades de mejora significativas dado a que desconoce el principio de igualdad y equidad ante la ley. ¿Por qué su alcance se limita principalmente a actores empresariales y deja fuera a otros que también pueden cometer delitos económicos? Lo cierto es que no parece ser lo suficientemente justa, ni todo lo que la sociedad hoy espera.
Lo relevante en esta conversación es resaltar la necesidad de instar a los líderes, de cualquier sector o color, a asumir su responsabilidad de forma ética y actuar como agentes de cambio positivos para construir una sociedad mejor. El mundo actual, tan polarizado, incierto y complejo, necesita líderes comprometidos con el bien común y que puedan rendir cuentas por sus acciones.
El liderazgo ético, tanto en el ámbito empresarial como en el político y social, es fundamental para generar confianza, promover la justicia y fomentar una cultura de principios y valores. Más allá de la discusión legislativa actual, debemos contribuir a impulsar un enfoque más amplio, que ponga en el centro el papel de los líderes en el desarrollo de una sociedad más cohesionada y capaz de vivir en armonía.
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